¿Si no tuvieras miedo qué
harías hoy?
Esta pregunta es muy
poderosa, ya que te puede ayudar a enfrentar ciertos temores que aparecen en
diferentes dimensiones de tu vida, pero la estaré respondiendo a mediados de
este post.
Como muchos somos
consciente de que la vida es un riesgo, y se hace necesario disfrutar de la
aventura. Ahora bien, no todos los temores son malos, pues nos preservan de los
verdaderos peligros. Si te gusta la aventura no significa estrellarse.
Simplemente el cambio ocurre.
En nuestras vidas, en nuestro trabajo, en las relaciones personales, en la
política, en la economía, en la sociedad. Solo hay que estar preparado. Para preverlo
conviene estar atento a los signos externos. Cuanto antes nos olvidemos de las situaciones
pasadas, antes nos acoplaremos a las nuevas.
Como primera norma sería:
¡Cambia, muévete! Sin importar lo que digan. Como le dice Don Quijote a Sancho
Panza: “¿Ladran, Sancho? Luego cabalgamos” ¡Disfruta del cambio!.
Solo existen estas posibilidades:
Cambiar con el cambio, adaptarse
una vez que haya ocurrido o quedarse inmóvil.
Hay personas que se creen
con derecho en esta vida y cuando se los quitan, piensan que son víctimas del
destino o de la mala fe de los otros, de una conspiración y le echan la culpa a
los demás, a la situación o circunstancias. El problema, piensan, se encuentra
fuera de ellos, cuando precisamente son ellos el problema. Pensar que tú eres
el problema es el primer paso para darte la oportunidad y encontrar una
solución.
¿De qué comportamientos,
actitudes, hábitos, necesitamos desprendernos y hacia donde tenemos que seguir
avanzando?
Cambiar puede significar
sencillamente tener otra relación en la misma situación o con la misma persona.
Siempre tenemos la libertad de elegir cual será nuestra actitud ante los
acontecimientos de la vida.
Una pequeña historia:
Enrique lo despidieron de
su empleo, debido a que había cometido un error, siendo demasiado imprudente
con un cliente importante. El cliente más nunca volvió y perdieron mucho con la
ida de ese cliente. Ahora Enrique quedó en la calle, sin trabajo, casado y con
dos niños, uno de tres años y el otro de año y medio.
Es la historia de alguien
que conocí. Pero se convierte en la historia de muchas personas más.
La reflexión que hizo Enrique
fue sencilla y, a la vez, profunda. Nunca le había gustado su trabajo, cada vez
que iba a trabajar se sentía frustrado y agotado, hasta muchas veces había
pensado en cambiar de profesión. Pero el miedo le paralizó siempre. ¿Qué pasaría
con los gastos primarios de la casa?, ¿Las tarjetas de crédito?, ¿Cómo se
ganaría la vida?, ahora ¿Qué le dejaría a sus dos hijos? Sin embargo, siempre
había pensado en cambiar. Y realmente se
planteó ¿Qué hubiera sido de su vida si no tuviera miedo.
Ahora después de perderlo
todo, consideró el cambio, no como la posibilidad de perder algo valioso
anteriormente, sino como la oportunidad de ganar mucho más. De manera que
invirtió su liquidación en el negocio de sus sueños. Y como resultado, pudo
recuperar su dinero y su pasión y vida plena.
La pregunta poderosa que
se hizo Enrique fue: ¿Si no tuvieras miedo qué haría hoy?
Empezamos a cambiar cuando
somos capaces de reírnos de nosotros mismos, de lo que hacemos mal y de nuestra
situación pasada o actual, de nuestros miedos. El reírse de uno mismo es una de
la terapias más recomendadas en nuestros días, incluso tiene efecto terapéuticos
y psicológicos positivos de mejora probado sobre ciertas obsesiones y miedos.
Nos aferramos a nuestros hábitos
porque funcionan más o menos. Sin embargo, las viejas convicciones no nos
conducen a una situación mejor. Hay que atreverse a cambiar, incluso en los
momentos de éxito y clímax profesional. Y precisamente es en esos instantes
cuando más se gana con el cambio.
Así que si el miedo te
afecta y no te deja vivir, ¡Cambia! ¡Atrévete ya!
Y comienza a tener una
vida plena!
Descifra
el éxito.
Se les quiere,
Miguel Velásquez.
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