Un saludo a todos,
Desde hace meses atrás tenía la espinita allí, esto que llamamos incomodidad, inquietud como quieran denominarlo, pero la cuestión es que me dije así mismo, ya es el momento de plasmarlo, aunque a pocos amigos(as) se lo he expresado.
Les cuento que desde hace cinco meses se nos murió un esplendido perro, lo llamábamos Oso, de raza lobo siberiano, tenía ya nueve años y por un involuntario accidente de mis vecinos lo alimentaron con un hueso de cerdo que lo llevó a su fin. Fue nuestro compañero, amigo, guardián, entregado, dispuesto a ayudar, siempre demostraba que tenía una reputación bien ganada. Y como todo buen amor, uno de nuestros dolores de cabeza. Como un Dios, influía en la vida mi familia y tenía esa magia que poseen los que amamos, de manipularnos hasta salirse con la suya siempre.
Nuestro buen can era uno más de la familia; era fuerte, alegre, con una capacidad de manifestar sus emociones a cada momento que la vivía, Cuando alguien me invitaba a alguna fiesta o reunión, yo preguntaba siempre lo mismo de manera de chiste: "¿Hay un sitio donde dejar a Oso?" y siempre se reían. Así cuando me veía vestir en la noche y en las mañana para irme al trabajo, él asumía que siempre estaba también invitado, y movía sin parar su abundante rabo. Cuando me iba le decía: "vengo en un rato GraciOso (así lo llamaba) ya sabes cuida la casa y cualquier cosa, muestras tus dientes". Y como si me entendiera, se echaba, largo a largo, hasta mi próxima llegada que, a veces, era cuando la conversa estaba mejor, pero ni modo, me tocaba.
El día que lo encontramos enfermo con el hueso atascado en su garganta, le comenzaron a fallar las patas, su ánimo estaba bajo y mi hermano nos decía: por donde lo revisemos vamos a encontrarnos algo, pero en su mirada hay todavía vida; nosotros que los amamos mantengámonos atento a su mirada y poco a poco lo vamos llevando. Yo decía; "Si manteníamos la conexión con él, un día de estos veremos en sus ojos que no podrás más, y ese día, haremos lo que hay que hacer". Fue un comentario un poco fuerte pero realista. Mis sobrinos lloraban desconsoladamente, Oso se arrecostaba en las piernas de cualquiera de nosotros, así pasaron tres días en un amor íntimo y cercano entre nuestro perro y la familia.
Una mañana, en plena lluvia, me asomé a su refugio y lo ví con mirada cansada, parecía como con veinte años más, prácticamente me gritó: ¡NO PUEDO MAS!, y enseguida le toqué su cabeza y decía en su rostro ¡ADIOS!... pero tenía que irme a trabajar, en todo el camino a mi trabajo recordaba su mirada, en otras palabras, me quedé con esa mirada tatuada en mi alma.
Ese mismo día recibí la llamada de mi mamá dándome la noticia, no sé si era buena o mala, ya que su despedida era un hecho y su descanso era eterno y sucedió…
Este hecho me llevó a dejarlo para siempre en mi corazón y en mi vida.
Quizás con Oso aprendí lo importante de leer una mirada, de detenerse en el otro. Hasta para oír lo que no queremos.
Es todo!
Se les quiere,
Miguelangel.
2 comentarios:
Ayy que bello!!!
:(
Muchas gracias Astrid. ♡
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