Muchos de ustedes habrán escuchado
alguna vez, sobre la leyenda del Ave Fénix, que un ave capaz de renacer de sus
propias cenizas. Y es un símbolo universal de la muerte a la resurrección. En
otras palabras, es un ave que inspira volver a comenzar a pesar de situaciones
adversas que estés atravesando.
Valga esta teoría, que me
ha inspirado a seguir adelanta y renacer en momentos muy duros de mi vida. De
igual manera, la sigo afianzando, pero en ese proceso de “renacimiento”, surge
una pregunta: ¿Cuándo es que hay que renacer?.
Y esa pregunta te la voy a
contestar en este post. A través de una metáfora, que es la metáfora de las
edificaciones.
Imaginemos que cada uno de
nosotros somos un edificio, quizá unos más modernos que otros, pero pongámonos a
pensar, un edificio no puede ser como el Ave Fénix, a menos que sea muy antiguo
y esté totalmente deteriorado.
Allí es donde quiero
llegar, con el tema de este post. “Somos un Caos”
Ahora bien, para poder realmente renacer, debemos estar
demolidos completamente y es así donde podrás ser recreado.
Es posible que te renuevas,
pero eso no te servirá por mucho tiempo. Será simplemente una decoración
superficial. En tus cimientos seguirás siendo viejo y toda tu estructura
seguirá estando resquebrajada. Puedes desmoronarte cualquier día. Se necesitan
nuevos cimientos. Todo será nuevo. Serás
un renacimiento total, en caso contrario, serás una modificación. Se te
puede pintar exteriormente, pero no hay forma de pintar lo interior. Lo
interior seguirá siendo lo mismo, la misma vieja descomposición.
Realmente se necesita una
discontinuidad. No debe permitírsete que continúes. Hace falta una brecha. Lo
viejo simplemente muere, y de ahí, de la muerte, surge lo nuevo. Y ha de haber
una separación entre lo nuevo y lo viejo, pues sino, lo viejo puede continuar.
Todas las modificaciones son, realmente, para salvar lo viejo, y si te
resistes, el caos continuará en ti.
Entonces te llevará mucho tiempo. Si te abres a que suceda, puede suceder en un
solo instante. Si permitas que suceda, lo viejo desparece y un nuevo ser es
alumbrado. Ese nuevo ser será mágico porque no surgirá del pasado, no nacerá
del tiempo. Será intemporal, más allá del tiempo. No nacerá de ti, tú no serás
su padre y su madre. Saldrá de la nada, de repente.
Buda decía que todo ese “nuevo
yo” siempre surge de la nada. Tú eres algo, esa es la desgracia. En realidad,
¿qué eres? Eres tan solo el pasado. Sigues acumulando el pasado. De este modo
te has convertido en una ruina, un ruina muy antigua. Simplemente date cuenta,
y no trates de seguir con lo viejo.
Jesús invitó a dos
pescadores a que le siguieran y cuando estaban dejando la ciudad llegó hasta
ellos un hombre corriendo. Les dijo a los pescadores: “ Donde vais? Vuestro
padre ha muerto. Regresad”. Ellos le dijeron a Jesús: “Danos unos días para que
podamos ir y hacer lo que ha de hacerse. Nuestro padre ha muerto y hemos de
cumplir con los últimos ritos”. Jesús les dijo: “Dejad que los muertos
entierren a sus muertos. No os preocupéis. Seguidme”.
¿Qué es lo que Jesús les
estaba diciendo? Les decía que la ciudad entera estaba muerta, y que por tanto
dejaran que ellos se hicieran cargo: “Dejad que los muertos entierren a sus
muertos. Vosotros seguidme”. Si vives en el pasado, no tienes vida. No eres una
fuerza viva. Y solo hay una forma de recuperar la vida, y es morir al pasado,
morir a lo muerto.
Así que lo que tanto te
afecta y no te deja vivir, ¡Abandónalo! ¡Déjalo ya! ¡Deja que muera!
Y comienza a tener una
vida plena!
Descifra el éxito.
Se les quiere,
Miguel Velásquez.