martes, 31 de agosto de 2010

COMPETENCIA CON ACTITUD


Cuando uno mira la imagen dice: Wow!! me encantaría llegar allí, que asombroso cómo nos han vendido conceptos absolutos, puros; sin aristas, ni pinceladas, ni sombras. Ejemplos como: felicidad total, sanación, plenitud, totalidad, etc. Y lo más increíble, es el creciente número de personas que compran a oro tales espejitos. Con esto, para nada quiero ser irrespetuoso con aquellos que necesitan agarrarse de estos trozos de espuma, para sentir que lo anterior, en su vida, ha sido un error y que ahora, lo podrían enmendar, tomando nuevas actitudes y creencias hacia el porvenir. 

La actitud, por ejemplo, es importante, ella marca un paso energético para la consecución de lo deseado, pero no podemos pensar que eso sólo será el remedio que nos llevará siempre de la mano, daríamos muy poca honra a lo cambiante, a lo que no es uniforme, ni continuo; y que forma parte de ese ser humano que somos. 

Una cosa es saber lo que deseo, y otra ver con qué recursos, propios o ajenos, llevo la actitud y las acciones adecuadas, aquí está el verdadero desafío.

Hay actitudes de vida, que forman parte de esa síntesis misteriosa que nuestra experiencia nos ha legado en el transcurrir de la vida. Por ejemplo tenemos: el crecer, el madurar, el transformar, en vivir intensamente, etc. 

Otro en cambio es la “competencia”, esta palabra es definida por la Real Academia Española, como pericia, aptitud, idoneidad para hacer algo o intervenir en un asunto determinado. Viene del latín competentia, de ser competente. Por allí leí que el “Centro Interamericano para el Desarrollo del Conocimiento en la Formación Profesional” de la OIT, cita en su sitio web a Spencer y Spencer, quienes consideran que es: "una característica subyacente de un individuo, que está causalmente relacionada con un rendimiento efectivo o superior en una situación o trabajo, definido en términos de un criterio".

Ser competente es poseer conocimientos, actitudes y destrezas que nos permiten no solo cumplir un trabajo determinado, sino exceder los estándares exigidos para esa labor. Cuando revisamos los mejores enfoques y modelos de competencia existentes, desde Hay McBer hasta Woodruffe, nos topamos con un sinnúmero de competencias que de alguna manera nos ponen torpe porque no sabemos que elegir a la hora de actuar.

Bien, así me surgen algunas interrogantes, ¿Cómo en un mundo tan vertiginoso, con una carrera ciega hacia "el triunfo", podemos hablar realmente de esa ACTITUD, vista como un sello de vida, como una forma de verme y ver a los otros? Es aquí, cuando activamos el término y lo vendemos como un amuleto que hará, sin duda, que nuestros sueños se cumplan. 

Si nos detenemos en áreas tan anheladas y difíciles de definir como LA PERFECCION, este deseo, muy compulsivo, por cierto, nos pone siempre en la amenaza permanente de que nada es suficientemente perfecto, o de que algo habrá más perfecto que lo que hacemos u obtenemos. 

Me acuerdo haber oído en mi infancia, por parte de mi familia, decirnos frases como ésta: "Tu podrás ser barrendero, pero sea el mejor". ¿Se imaginan el peso que tiene esta dulce y bien intencionada frase, viniendo de la boca de un adulto con autoridad?

Significa cargar siempre con la amenaza de ser el mejor, y allí nos preguntaríamos: -"¿Y qué es ser el mejor, cómo se logra, qué parámetros utilizamos?, ¿Cuánto dinero, poder, prestigio, necesito para tener ÉXITO y estar seguro que lo hice bien? Porque una vez que lo tenemos, comienza la amenaza para mantenerlo y reforzarlo, sintiendo que existe un mundo, una vida y un tiempo que conspirarán para quitárnoslo. 

Esto es todo por hoy.


Se les quiere,

Miguelangel.

lunes, 30 de agosto de 2010

UNA MIRADA

 
Un saludo a todos,

Desde hace meses atrás tenía la espinita allí, esto que llamamos incomodidad, inquietud como quieran denominarlo, pero la cuestión es que me dije así mismo, ya es el momento de plasmarlo, aunque a pocos amigos(as) se lo he expresado.

Les cuento que desde hace cinco meses se nos murió un esplendido perro, lo llamábamos Oso, de raza lobo siberiano, tenía ya nueve años y por un involuntario accidente de mis vecinos lo alimentaron con un hueso de cerdo que lo llevó a su fin. Fue nuestro compañero, amigo, guardián, entregado, dispuesto a ayudar, siempre demostraba que tenía una reputación bien ganada. Y como todo buen amor, uno de nuestros dolores de cabeza. Como un Dios, influía en la vida mi familia y tenía esa magia que poseen los que amamos, de manipularnos hasta salirse con la suya siempre.

Nuestro buen can era uno más de la familia; era fuerte, alegre, con una capacidad de manifestar sus emociones a cada momento que la vivía, Cuando alguien me invitaba a alguna fiesta o reunión, yo preguntaba siempre lo mismo de manera de chiste: "¿Hay un sitio donde dejar a Oso?" y siempre se reían. Así cuando me veía vestir en la noche y en las mañana para irme al trabajo, él asumía que siempre estaba también invitado, y movía sin parar su abundante rabo. Cuando me iba le decía: "vengo en un rato GraciOso (así lo llamaba) ya sabes cuida la casa y cualquier cosa, muestras tus dientes". Y como si me entendiera, se echaba, largo a largo, hasta mi próxima llegada que, a veces, era cuando la conversa estaba mejor, pero ni modo, me tocaba.

El día que lo encontramos enfermo con el hueso atascado en su garganta, le comenzaron a fallar las patas, su ánimo estaba bajo y mi hermano nos decía: por donde lo revisemos vamos a encontrarnos algo, pero en su mirada hay todavía vida; nosotros que los amamos mantengámonos atento a su mirada y poco a poco lo vamos llevando. Yo decía; "Si manteníamos la conexión con él, un día de estos veremos en sus ojos que no podrás más, y ese día, haremos lo que hay que hacer". Fue un comentario un poco fuerte pero realista. Mis sobrinos lloraban desconsoladamente, Oso se arrecostaba en las piernas de cualquiera de nosotros, así pasaron tres días en un amor íntimo y cercano entre nuestro perro y la familia.

Una mañana, en plena lluvia, me asomé a su refugio y lo ví con mirada cansada, parecía como con veinte años más, prácticamente me gritó: ¡NO PUEDO MAS!, y enseguida le toqué su cabeza y decía en su rostro ¡ADIOS!... pero tenía que irme a trabajar, en todo el camino a mi trabajo recordaba su mirada, en otras palabras, me quedé con esa mirada tatuada en mi alma.

Ese mismo día recibí la llamada de mi mamá dándome la noticia, no sé si era buena o mala, ya que su despedida era un hecho y su descanso era eterno y sucedió…

Este hecho me llevó a dejarlo para siempre en mi corazón y en mi vida.

Quizás con Oso aprendí lo importante de leer una mirada, de detenerse en el otro. Hasta para oír lo que no queremos.

Es todo!

Se les quiere,
Miguelangel.

domingo, 22 de agosto de 2010

LAS BURLAS





¡Mamá, en el colegio me llaman "dientón"!... Esto es el principio de un chiste, pero lamentablemente hace sufrir a muchos niños casi a diario. El ser objetivo de una gracia de mal gusto, se puede producir en el recreo, en clase, en el parque,... Es una situación totalmente inesperada que ocurre en cualquier entorno. Los padres no pueden proteger a sus hijos y evitar que se produzca esta desagradable situación, lo que sí pueden hacer es enseñarles estrategias de comportamiento útiles, para ayudarles a enfrentarse a ella.


A ver! vayamos por partes:

Una cosa son las bromas y otra las burlas. La diferencia entre ambas es que en las primeras todos, incluyendo al niño objetivo de la gracia, se lo pasan bien y disfrutan, es como un implícito chiste compartido; mientras que las burlas pueden hacer que el niño se sienta herido, triste e incluso se niegue a ir a la escuela o su lugar de recreación.

Existen diferentes razones por las cuales los niños se burlan de sus compañeros,  pueden ir desde un intento de aceptación por parte de sus amigos, una forma de llamar la atención, o simplemente porque imitan este comportamiento que en otras situaciones ellos mismos han padecido por parte de hermanos mayores, primos, entre otros... 

Hay que tener siempre en cuenta que el burlarse de los demás es propio de la naturaleza infantil, y que algunos casos el niño puede ser el burlador y en otra diferente el burlado.

Generalmente se apunta que frente a las burlas los niños dicen sentirse ofendidos y enojados, su tendencia era a reaccionar en forma negativa, buscando agresivamente vengarse del burlador. El problema que presenta este tipo de interpretación y reacción es que los  lleva a un círculo vicioso donde el niño interpreta la burla y responde negativamente a ella, se ve objeto de nuevas burlas y así aumenta su agresión.

¿Cómo ayudar a superar esta situación?

Bueno, cómo es de costumbre para atacar un problema, lo hacemos con análisis, observación, evaluación y planes de acción, pues lo primero que se debe hacer es conversar con el niño, identificar el problema desde su punto de vista,  para que pueda poner en palabras la situación que está viviendo, cómo lo afecta eso, qué hace él al respecto, a quién recurre para que lo ayude. Y a partir de allí, nos será más fácil comprender el alcance de esta situación, es decir, aunque se nos parta el alma porque además de haberle tenido que poner lentes muy grandes  (como lo que usan los nerds), se están riendo de él.

La cuestión es que NO se debe de transmitir nuestro propio enfado. Si se demuestra, le daremos todavía más importancia al problema. Además, aunque se intente hablar con el colegio, los padres y media humanidad, dará igual siempre puede surgir un gracioso que le haga daño. Como por ejemplo, “Nelson Rufino” el personaje de los Simpson, anda todo el santo día burlándose de sus compañeros, con una risa bien particular, sin tomar en cuenta los reclamos o castigos que le impartan sus superiores, como los de la maestra Krabbapel y hasta los del Director Skinner, de igual forma, a él le da igual. Así sucede en los comics  y en la vida real.

 Por esta razón, la mejor forma de ayudar es enseñarle a enfrentarse a esta situación y poder salir airoso de ella.

Vemos algunas estrategias que se puedan utilizar:

  • No reaccionen exageradamente. Cuando los padres reaccionan con exageración, pueden influir en la reacción exagerada del niño.
  • Pasarle el mensaje, "Tu puedes manejarlo".
  • Enseñarle al niño a quererse y a valorarse. Cuando se estén burlando, él podrá pensar " A mi no me importa tu opinión, porque yo tengo muchas cualidades muy buenas por las que me quieren mucho". 
  • Ensayar respuestas “entre los dos”. Cuando le están llamando mongólico, él puede responder:   "te gustan mis lentes ¿eh? pues lo siento no se prestan". El transformar la situación hará que el  burlador se convierta en burlado.
  • Otra forma sencilla de transformar una situación es aceptarla, si le dicen eres un enano, el puede responder "es verdad soy chiquito  ¿Y?" El burlador se quedará desconcertado ante la evidencia.
  • Revisar tu propio comportamiento. ¿Usted modela el comportamiento de una víctima, o inapropiadamente se burla su hijo? 
  • “No hay mejor desprecio, que no hacer aprecio". La indiferencia es la mejor conducta más inteligente ante quienes intentan ofendernos.
Una vez puestas en práctica las estrategias mencionadas y sólo en función de la madurez de nuestro pequeño, le podremos enseñar a reírse de sí mismo, contándole nuestras propias experiencias cuando nosotros éramos los que recibíamos estas burlas. El sentido del humor es una de las cualidades mejor apreciadas por cualquier círculo social ya sea adulto o niño. 

Entender que las burlas no se pueden prevenir y que no se pueden controlar lo que otros dicen, es  aprender a controlar nuestras propias respuestas y reacciones, lo cual hará la burla más manejable.
Los dejo con un video de Nelson....


Hasta la próxima!
Se les quiere,
Miguelangel






lunes, 2 de agosto de 2010

COMPLEJO DE SUPERIORIDAD



Hola a todos, 


Hoy me levanté bien temprano para atacar este tema que tenía pendiente por redactar, y les cuento que la mayoría de las personas vivimos rodeados de un mundo lleno de intriga, pecado, falsedad y pese a que nuestra ciudadanía es celestial estamos expuestos a que en un momento determinado el enemigo nos engañe con su astucia y no nos permita alcanzar lo que tanto buscamos. 

Una de las situaciones que las personas enfrentan a diario son los complejos, esos modelos de pensamiento sobre nosotros mismos que no nos permiten avanzar y que muchas veces nos privan de realizar nuestras metas y propósito de vida.

¿Alguna vez has tenido un complejo?, quizás sí o a lo mejor no, pero todos en algún momento determinado de nuestra vida, ya sea en la infancia, adolescencia, juventud y hasta en la adultez hemos a lo mejor padecido de algún complejo. 

DEFINAMOS, ¿A QUE SE LE LLAMA COMPLEJO?:

• Combinación de ideas, tendencias y emociones inconscientes y generalmente adquiridas durante la infancia, que influyen en la personalidad y conducta de un individuo. 
• Conjunto de ideas, emociones y tendencias generalmente reprimidas y asociadas a experiencias del sujeto, que perturban su comportamiento.

Este término fue introducido por el psiquíatra suizo Carl Jung para designar un conjunto de deseos y recuerdos, en gran medida inconscientes, que ejerce una influencia dominante sobre la personalidad del individuo. 

En mis propias palabras complejo es todo aquel “modelo de pensamiento negativo en mi mente que no me permite desarrollarme con libertad en mi vida diaria y que como consecuencia no me permite lograr muchos planes de vida.

¿Pero el ser acomplejado, o vivir con complejo, es sentirse todo el tiempo mal?, pues les cuento que hay personas que están o se sienten completamente feliz con sus complejos, haciendo sus tareas diarias de manera esplendida y mucho más disfrutan con hacer sentir a los demás por debajo de ellos, manifestándose de forma elevada, enaltecida, queriéndoles comunicar poder y autoridad.

Estas personas andan todo el día, elevándose y mostrándose que son mejores que los demás, con una actitud de supremacía, como si nunca hubiesen tenido zapatos de plomo para pisar tierra y ponerse a nivel del otro. 

Quizás estos personajes los hayas encontrado en tu colegio, universidad, trabajo o en tu zona residencial o en la misma calle, muchas veces dan la impresión de ser líderes y tal vez, muchos lo son pero el tema está en cómo lo asumen y lo enfrentan en la sociedad. 

Aunque es común que las personas quieran tener una buena vida, pueden darse circunstancias que nos afecten emocionalmente y generen en nosotros formas de comportamiento inadecuado. Uno de esos, es el que se conoce como el Complejo de Superioridad. 

Me comenta una amiga que no sabe si tiene el complejo de superioridad o inferioridad, porque muchas veces en su oficina les surge las interrogantes como:

Yo sólo quiero hacer bien mi trabajo y no sé porqué tengo la sensación de que la compañera se cree que voy a usurpar su puesto... ¿será que mi autoestima va siempre un paso más allá que yo?, ¿será que me creo la última coca cola del desierto?... O quizás todo lo contrario... ¿será que me creo Dios para querer estar en todos los lados y querer abarcarlo todo?... 

Conforme a estas preguntas, existe un proceso de desarrollo de la personalidad, es común que nos enfrentemos con situaciones que nos afectan positiva y negativamente. Existen casos en los cuales se combinan ciertas vulnerabilidades innatas, con experiencias críticas de difícil manejo, y terminan por afectar nuestra manera de pensar, sentir, y actuar. 

Mientras unos se sienten indignos de algo poderoso, o menores que otros, hay ciertas personas que padecen de complejos de superioridad, creen que no hay mejores que ellos y que todos los demás nunca lo podrán superar. Estas personas tienden a presentarse en personas que han padecido rechazos, burlas y maltratos de diverso tipo.

Un ejemplo de ello, es aquel personaje Bíblico que se creyó superior fue “Nabucodonosor II”, el cual creyó que por su mano poderosa y su gran capacidad para dirigir su reino había alcanzado todo lo que tenia, desde ese mismo momento Dios lo humilló a tal punto que según relata la Biblia comía hierba como los bueyes. 

Tienes que entender algo, la vida te ha dotado de capacidades especiales para llevar a cabo alguna misión en tu vida, pero eso no quiere decir que veas de menos a los demás, pueda ser que tú seas de gran bendición para tu entorno, pero tampoco quiere decir que el día que tú no estés, ese pequeño mundo se terminará. Debes saber sobrellevar las virtudes que tienes de la mano con la humildad.

Como diría nuestro apreciado amigo Oscar Wilde: “Debemos ser modestos recordando que los demás son inferiores a nosotros”.

Por esa razón te invito a que jamás menosprecies a alguien, no importa su estado físico, económico, social o espiritual, recuerda que todos somos seres iguales… 

Hasta la próxima!
Se les quiere,
Miguelangel.