Cuando uno mira la imagen dice: Wow!! me encantaría llegar allí, que asombroso cómo nos han vendido conceptos absolutos, puros; sin aristas, ni pinceladas, ni sombras. Ejemplos como: felicidad total, sanación, plenitud, totalidad, etc. Y lo más increíble, es el creciente número de personas que compran a oro tales espejitos. Con esto, para nada quiero ser irrespetuoso con aquellos que necesitan agarrarse de estos trozos de espuma, para sentir que lo anterior, en su vida, ha sido un error y que ahora, lo podrían enmendar, tomando nuevas actitudes y creencias hacia el porvenir.
La actitud, por ejemplo, es importante, ella marca un paso energético para la consecución de lo deseado, pero no podemos pensar que eso sólo será el remedio que nos llevará siempre de la mano, daríamos muy poca honra a lo cambiante, a lo que no es uniforme, ni continuo; y que forma parte de ese ser humano que somos.
Una cosa es saber lo que deseo, y otra ver con qué recursos, propios o ajenos, llevo la actitud y las acciones adecuadas, aquí está el verdadero desafío.
Hay actitudes de vida, que forman parte de esa síntesis misteriosa que nuestra experiencia nos ha legado en el transcurrir de la vida. Por ejemplo tenemos: el crecer, el madurar, el transformar, en vivir intensamente, etc.
Otro en cambio es la “competencia”, esta palabra es definida por la Real Academia Española, como pericia, aptitud, idoneidad para hacer algo o intervenir en un asunto determinado. Viene del latín competentia, de ser competente. Por allí leí que el “Centro Interamericano para el Desarrollo del Conocimiento en la Formación Profesional” de la OIT, cita en su sitio web a Spencer y Spencer, quienes consideran que es: "una característica subyacente de un individuo, que está causalmente relacionada con un rendimiento efectivo o superior en una situación o trabajo, definido en términos de un criterio".
Ser competente es poseer conocimientos, actitudes y destrezas que nos permiten no solo cumplir un trabajo determinado, sino exceder los estándares exigidos para esa labor. Cuando revisamos los mejores enfoques y modelos de competencia existentes, desde Hay McBer hasta Woodruffe, nos topamos con un sinnúmero de competencias que de alguna manera nos ponen torpe porque no sabemos que elegir a la hora de actuar.
Bien, así me surgen algunas interrogantes, ¿Cómo en un mundo tan vertiginoso, con una carrera ciega hacia "el triunfo", podemos hablar realmente de esa ACTITUD, vista como un sello de vida, como una forma de verme y ver a los otros? Es aquí, cuando activamos el término y lo vendemos como un amuleto que hará, sin duda, que nuestros sueños se cumplan.
Si nos detenemos en áreas tan anheladas y difíciles de definir como LA PERFECCION, este deseo, muy compulsivo, por cierto, nos pone siempre en la amenaza permanente de que nada es suficientemente perfecto, o de que algo habrá más perfecto que lo que hacemos u obtenemos.
Me acuerdo haber oído en mi infancia, por parte de mi familia, decirnos frases como ésta: "Tu podrás ser barrendero, pero sea el mejor". ¿Se imaginan el peso que tiene esta dulce y bien intencionada frase, viniendo de la boca de un adulto con autoridad?
Significa cargar siempre con la amenaza de ser el mejor, y allí nos preguntaríamos: -"¿Y qué es ser el mejor, cómo se logra, qué parámetros utilizamos?, ¿Cuánto dinero, poder, prestigio, necesito para tener ÉXITO y estar seguro que lo hice bien? Porque una vez que lo tenemos, comienza la amenaza para mantenerlo y reforzarlo, sintiendo que existe un mundo, una vida y un tiempo que conspirarán para quitárnoslo.
Esto es todo por hoy.
Se les quiere,
Miguelangel.